Bueno... ¡¡qué más quisiera yo que haber caído en un pozo!! Por lo menos podría haber utilizado mi bomba supernova en algún sitio con agua.
La cosa quedó de la siguiente manera.
Llego al hotel el viernes sobre las 21:00 y me registro en la habitacion que tenía reservada para el fin de semana. Subo corriendo con la maleta en una mano, el vestido en la otra y el bolso colgado del hombro, no tanto por ver la habitación sino porque llevaba mucho tiempo sin ir al baño. Qué le voy a hacer, soy un poco meona. Según entro en el baño veo una cortina larga que tapa lo que bien puede ser mi nueva mejor amiga para el fin de semana. Descorro las cortinas y ahí está. Efectivamente, es una bañera. Llego sudada, cansada y deseando abandonarme al agua toda la noche si es preciso. Pero no ahora. No. Mi baño tendrá que esperar a después de la cena. Hemos quedado para comer algo porque estamos hambrientos, pero yo ya estoy deseando volver para disfrutar de mi bomba. Llama Carmen a la puerta. Sin duda viene a buscarme para ir a cenar. Abro la puerta y me pregunta:
-"¿Tienes dos camas?"
-"Sí"
-"Es que creo que esta es nuestra habitación. Mira" -dice mientras me lleva a la otra.
La habitación es más pequeña, pero eso me da igual. Cuando paso por la puerta del baño miro de reojo y me parece ver una mampara (Oh, oh) mientras paso a la habitación para ver la única cama. Les digo que tienen razón y cambiamos las llaves, las habitaciones y la bañera por una ducha.
Cuando volvemos de cenar decido ducharme en mi súper ducha (yuju!) y la idea de taponarla con algo y dejar que el agua suba hasta que cubra mis axilas pasa por mi cabeza varias veces. Eso sí, tendría que dejar mi mano en alto hasta que el agua llegase hasta donde yo estimase oportuno para después soltar la bomba y disfrutar de su efervescencia. Es decir, la idea de tomar un baño de pie me estuvo rondando la cabeza. No sé realmente que efecto tienen estas bombas, pero la posibilidad de que la espuma comience a subir y termine por ahogarme parece elevada. Decido que este plan cojea por todas partes así que me abandono al placer de una buena ducha caliente después de un día dando tumbos de un lado a otro y me resigno a la idea de dejar la bomba para otra ocasión, no se sabe cuándo.
Menos mal que las bombas tienen un año de caducidad... Y menos mal que al final no compré la segunda bomba, Emperatriz. Habría tenido una bonita colección en mi casa. Ja!
La cosa quedó de la siguiente manera.
Llego al hotel el viernes sobre las 21:00 y me registro en la habitacion que tenía reservada para el fin de semana. Subo corriendo con la maleta en una mano, el vestido en la otra y el bolso colgado del hombro, no tanto por ver la habitación sino porque llevaba mucho tiempo sin ir al baño. Qué le voy a hacer, soy un poco meona. Según entro en el baño veo una cortina larga que tapa lo que bien puede ser mi nueva mejor amiga para el fin de semana. Descorro las cortinas y ahí está. Efectivamente, es una bañera. Llego sudada, cansada y deseando abandonarme al agua toda la noche si es preciso. Pero no ahora. No. Mi baño tendrá que esperar a después de la cena. Hemos quedado para comer algo porque estamos hambrientos, pero yo ya estoy deseando volver para disfrutar de mi bomba. Llama Carmen a la puerta. Sin duda viene a buscarme para ir a cenar. Abro la puerta y me pregunta:
-"¿Tienes dos camas?"
-"Sí"
-"Es que creo que esta es nuestra habitación. Mira" -dice mientras me lleva a la otra.
La habitación es más pequeña, pero eso me da igual. Cuando paso por la puerta del baño miro de reojo y me parece ver una mampara (Oh, oh) mientras paso a la habitación para ver la única cama. Les digo que tienen razón y cambiamos las llaves, las habitaciones y la bañera por una ducha.
Cuando volvemos de cenar decido ducharme en mi súper ducha (yuju!) y la idea de taponarla con algo y dejar que el agua suba hasta que cubra mis axilas pasa por mi cabeza varias veces. Eso sí, tendría que dejar mi mano en alto hasta que el agua llegase hasta donde yo estimase oportuno para después soltar la bomba y disfrutar de su efervescencia. Es decir, la idea de tomar un baño de pie me estuvo rondando la cabeza. No sé realmente que efecto tienen estas bombas, pero la posibilidad de que la espuma comience a subir y termine por ahogarme parece elevada. Decido que este plan cojea por todas partes así que me abandono al placer de una buena ducha caliente después de un día dando tumbos de un lado a otro y me resigno a la idea de dejar la bomba para otra ocasión, no se sabe cuándo.
Menos mal que las bombas tienen un año de caducidad... Y menos mal que al final no compré la segunda bomba, Emperatriz. Habría tenido una bonita colección en mi casa. Ja!
Comentarios
En fin, te queda usarlo en casa (si tienes bañera) !
Carlos
PD: Maldita sea...yo tampoco tengo bañera.
En mi casa hicimos obra hace poco más de un año para, entre otras cosas, cambiar la bañera por una ducha... Ironías de la vida, jeje
Bienvenido a mi blog, por cierto! :-)
Mmchuiks!