Unas escaleras vintage

Hace muchos años tuve que visitar varias veces el interior del edificio que está en la plaza de callao. Sí, ese que ahora mismo ocupa una tienda gigante de Desigual. Era un edificio muy antiguo y en una de las plantas estaban las oficinas de Rodilla, cadena de restauración para la que trabajé durante más de un año. El edificio, como decía, era muy antiguo y cuando subías por las escaleras de madera, éstas crujían e incluso, en algunos puntos, notabas que se movían bajo el peso de tu cuerpo. Siempre que subía esas escaleras mi cabeza volaba y se ponía a imaginar historias que podían tener lugar en ese edificio donde las escaleras eran el personaje principal.

Un ladrón que es descubierto por el crujir de la madera al pisar donde no tiene que pisar;

Una chica que baja a escondidas a reunirse con su chico y pasa, sin pisar, por encima del escalón traicionero para que no la delate;

O una pareja disfrazada de época que baja por la escalera cogidos del brazo para ir a una fiesta de disfraces.

También hubo veces que pensé que en ese edificio se podrían hacer maravillas con una buena reforma. Eso sí, dejando intactas las escaleras y su barandilla.

Pues bien. No sé si son las mismas o unas iguales, pero el caso es que el otro día mientras miraba ropa me encontré en esas mismas escaleras y, justo cuando mi cabeza empezaba a dar vueltas para volar muy lejos de allí, recordé que eran las escaleras que me llevaban a las oficinas de Rodilla. No tuve por más que pararme y mirar el escenario que rodeaba las escaleras y pensé que era exactamente lo que yo había imaginado para ellas. Unas escaleras antiguas, en un edificio antiguo, rodeadas de ropa moderna y colorida y de luces que hacían del lugar un sitio mágico. Y me di cuenta de que la moda existe para todos y para todo, y que estas escaleras se han convertido en unas escaleras vintage...

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