Mi pared del trabajo está llena de postales que voy
comprando en mis viajes. Hoy he puesto la última. Una de Tazones, un pueblo de
Asturias. Las demás son, por orden, de Edimburgo, San Sebatián, Roma, París,
Barcelona, Tanzania (Kilimanjaro), Egipto, Tanzania (safari) y Turquía. En los
últimos años he viajado más, pero no siempre he comprado postales. El caso es
que cuando tengo esos días en el trabajo que estoy harta de todo y de todos (especialmente
de los clientes, por qué no decirlo) miro mi pared durante unos segundos y me
evado buscando alguna anécdota que me ocurrió en tal o cual sitio. Miro el
Kilimanjaro y pienso que qué bien estaría pasando frío allí arriba cuando en
aquel momento pensé que iba a perder algún dedo del pie del frío que sentía, o
miro Edimburgo y pienso en todo lo que he hecho allí en las tres veces que he
estado y me entra morriña, o miro la cara de un camello que me mira sonriente desde
Egipto y pienso que me gustaría estar allí a pesar de la primavera árabe.
Viajar es algo que me tomo muy en serio, creo que ya nos
quemamos suficiente a lo largo del año con todo lo que nos rodea como para
pasarnos las vacaciones comiéndonos la cabeza con más problemas. Hace falta
desconectar. Salir. Cambiar de aires. Y no estoy hablando de viajes como el de
Tanzania. No. Aunque mientras me lo pueda permitir seguiré haciendo este tipo
de viajes. Este año no será ese año por motivos obvios, pero tampoco me voy a
quedar en casa –ni en la mía ni en la de mis padres- pasando el verano entero.
Quizás tarde más en amueblar la cocina o en poner un baño bonito o muebles en
las habitaciones, pero lo que tengo claro es que no me quiero quedar sin
vacaciones así que algo haré. No me preguntéis el qué porque no lo sé, pero
algo haré seguro. Ya os contaré cuando decida cuál será la próxima postal que
pegaré en mi pared.
Y vosotros, ¿ya tenéis destino para este año?
Comentarios
Ahora es cuando digo que este año me quedo en Canarias. Pero alguna miniatura me traeré.
Besos
Besos!