Por último, en mi viaje al sur me adentré en la selva valdiviana, un lugar increíble en el que yo era la única visitante. Un bosque para perderme y que, hasta donde yo sé, bien podría haber sido el hogar de hadas y duendes. Tranquilidad, silencio y calma entre la maleza y un viento huracanado en los miradores al océano Pacífico. Un sitio que recomiendo a todo el mundo que pueda, que no deje de visitar.
El bosque de los Olivillos, hogar de hadas y duendes
A la derecha, la selva valdiviana; a la izquiera, el Pacífico
Riesgo de tsunami
Esta playa es increíble de lo bonita que es. Curiñanco.
Un salto de agua que cae a la playa...
...y que desemboca en el mar
Comentarios
Besotes!!!
mmmmchuiks!!
Qué envidia ¬¬
Besotes