Picnic en pijama

 
En los cinco años que llevaban juntos nunca habían celebrado un San Valentín; y no porque no se quisieran o porque no hubieran podido por cuestiones logísticas, no, había sido porque Julian siempre había pensado que era una tontería, un invento de los grandes almacenes para vender más. Sin embargo, a Bea sí que le habría gustado celebrarlo, no porque quisiera regalos carísimos, no, sino porque creía que cualquier excusa era buena para celebrar el amor. 
 
Bea todos los años le proponía un plan a Julian, y todos los años Julian se lo echaba por tierra diciendo que no necesitaban que una fecha les recordara que se querían mucho. Y era verdad. Se querían mucho. Pero en este tema no se escuchaban y no se ponían de acuerdo. Bea no entendía que para Julian el 14 de febrero fuera un día comercial, y Julian no entendía que para Bea no lo fuera. Por eso, lo planes de Bea siempre caían en saco roto: hacer un picnic en la alfombra del salón, pasear por el centro de la ciudad por la noche como si no existiera nadie más que ellos en el mundo, estrenar aquel juego de mesa que tanto quiso Julian, pero que a ella le parecía un aburrimiento, o darse un baño juntos mientras se tomaban una copa de vino.
 
Las propuestas de Bea siempre llegaban con unos días de antelación: "Cariño, he pensado que para San Valentín este año podemos hacer..." de manera que si él decía que sí, tendrían tiempo para preparar lo que fuera. Sin embargo este año había sido distinto porque la propuesta no había llegado y ya estaban a día 13. Julian empezó a preguntarse cuándo llegaría ella con su plan, en parte con miedo a que tuviera uno y en parte con miedo a que no lo tuviera. ¿Y si había dejado de querer celebrar con él día del amor? ¿Eso era que ya no le quería? Y entonces fue cuando se dio cuenta de que las propuestas anteriores se resumían a lo mismo: pasar tiempo juntos. Ella nunca había pedido intercambiar regalos, ella solo quería disfrutar de él y que él disfrutara de ella, exactamente como cualquier otro día.
 
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Nada hacía presagiar a Bea que ese San Valentín iba a ser diferente a los cuatro anteriores. No es que se hubiera cansado de proponer cosas, pero le dolía ver lo poco que le importaban a Julian, así que, para no sufrir, decidió no pensar nada y ceñirse a su rutina diaria que consistía en ir al trabajo, comer con su amiga Carmen y volver andando a casa por la tarde. Una vez en casa, se metió en la ducha y se puso el pijama. Cuando salió del baño, Julian ya había llegado y se había puesto también el pijama. La esperaba en el salón, con varias velas encendidas, dos copas de vino en la mano y todo el tiempo del mundo para ella.

Comentarios

Margari ha dicho que…
Ooooh, pero qué bonito! Me ha encantado! ¿Puedo compartirlo???
Besotes!!!
Narayani ha dicho que…
¡Qué bien que te haya gustado! No estaba muy segura de publicarlo, la verdad, pero ahora me alegro de haberlo hecho.
En cuanto a compartirlo, ¡por supuesto! :)
¡Gracias!
Besos!
Margari ha dicho que…
Gracias!!!