Presente, Futuro y Pasado

Cuando estaba en el último año de instituto no tenía ni idea de qué quería hacer una vez que terminara. La única carrera que me gustaba era la de publicidad, pero me hacía falta una nota muy alta en la selectividad para compensar la nota del instituto que no era gran cosa. Estaba hecha un mar de líos a causa de este tema cuando mi profesor de Historia me dijo un día que debería estudiar marketing porque supe vender una idea que tuvimos en clase y que, como delegada del curso, me tocó exponer. Eso me dio que pensar y decidí que eso del márketing (de lo que no sabía absolutamente nada) iba a ser mi fututo. Porque,... ¿Por qué no iba a serlo?

Las prácticas en empresa que hice después del curso académico, las hice en American Express Viajes y, para que os hagais una idea de lo que hice allí, fue como si hubiera trabajado de grabadora de datos. Por lo menos me pagaron las comidas y el transporte que no es poco.

Después de cinco años de trabajar en varios sitios, cada uno diferente al otro, decidí hacer lo que había querido hacer desde que tuve claro lo que quería que fuera mi futuro; porque el futuro a punto ha estado de convertirse en pasado. Decidí que si no lo intentaba ahora no lo intentaría nunca, así que acepté el único puesto que me ofrecieron en una empresa de marketing directo...

...y ¡aquí estoy! dos meses después aprendiendo todo lo que soy capaz de aprender y teniendo la sensación de que me hacen falta por lo menos una docena más como estos para saber una mínima parte de lo que tengo que saber. Cada día llego a mi casa sabiendo hacer algo nuevo y, a la vez ilusionada con la idea de que al día siguiente será igual.

Llevo una semana con los temas de mi compañero porque él está de vacaciones y, sinceramente, me encuentro estúpida preguntándole a la gente qué les tengo que mandar hacer. Pero aunque me vea tonta también así estoy aprendiendo.

Lo que me ha llevado a escribir este post fue el terrible día que tuve ayer, y es que pasé la mañana de reunión en reunión, sin poder hablar ni una palabra y escuchando cosas que se escapaban, con mucho, de mi entendimiento. Me aburrí soberanamente casi todo el tiempo y tuve la sensación de estar en un sitio que para nada era lo que yo había querido que fuera mi futuro. Me pregunté varias veces durante la última reunión si eso era lo que yo realmente quería y durante un momento llegué a la conclusión de que no.
Después en la oficina terminando lo que tenía pendiente y lo que realmente yo considero mi trabajo ahora mismo, me sentí algo más cómoda y me di cuenta de que no puedo renunciar a lo que he querido desde hace seis años sólo porque un día me sienta fuera de lugar en una reunión. Es verdad que me agobié bastante durante la mañana, pero también lo es que ese no es motivo para plantearme lo que estoy haciendo. No me arrepiento de haber solicitado unas prácticas en las que no me pagan nada más que 39 euros por trabajar como mínimo 8 horas al día y, aunque sé que durante los próximos meses seguirá siendo así, ahora mismo no lo cambiaría por casi nada. Porque sé que en el futuro me alegraré de haber invertido este tiempo en conseguir que el futuro no se convirtiera en tiempo pasado.

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