Historia de un secuestro

Una cosa que me gusta mucho hacer es escribir cosas. Cosas que siempre creo que quiero que la gente lea una vez se terminen, pero que luego rara vez muestro a la gente por dos "problemas". El primero de estos problemas es que terminan siendo demasiado personales como para que lo lea todo el mundo; el segundo es que no siempre que tengo tiempo para escribir tengo también la inspiración. Más bien suele ser al revés, y cuando se me ocurren cien mil temas sobre los que escribir no tengo a mano ni un solo trozo de papel en el que escribir las ideas principales.

Y si tengo el trozo de papel, no tengo con que escribir en él.

Tengo en mi casa muchos fragmentos de historias que he empezado a escribir y que, después de releerlos un par de veces he decidido que no valía la pena continuar con ellos porque no valían nada. Pero también tengo historias que leo una y otra vez y que considero que no están tan mal. Que me gustan, vaya. Y son precisamente ésas las que una vez terminadas quedaron demasiado personales como para que alguna vez las lean otras personas.

A principios de esta semana me llegó la noticia de un concurso de novela a través de un cliente que quería incluirla en su página web y me dio por pensar que podía intentarlo. La verdad es que me piqué bastante y durante varios días me vinieron a la cabeza posibles capítulos para "mi novela". Empecé a darle forma y a pensar en personajes. La trama y un final impactante iban de un lado a otro de mi cabeza. ¿Por qué no intentarlo? Se a ciencia cierta que no voy a ganar, y en ese caso no habrá más problemas porque van a destruir todas las que no resulten ganadoras, pero... ¿y si gano? Si no lo intento nunca sabré que no había ganado. Además por 12.000 € bien merece la pena intentarlo.

Por ahora lo único que tengo son las ganas de empezar a escribir y cuatro meses justos para terminar algo decente.

Sólo espero que, al final, no quede algo demasiado personal.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Escribir tiene esas cosas, por un lado tienes ganas de que lo lean y te diga "si, está bien, sí, me trasmite todo lo q tu sentiste al escribirlo" y a la vez dan ganas de dejar las palabras encerradas en el papel, donde nadie puede cambiarlas, donde nadie puede quitarles su vida.