Un vagón para mi sola


Entrar en un medio de transporte vacío en el que nadie ni nada te moleste, muchas veces se convierte en algo completamente imposible. Sin embargo que te ocurra justo cuando estás llegando a tu casa después de unas mini vacaciones, en las que te has pateado una ciudad de arriba a abajo y sientes que ya no puedes mover un músculo más, es un lujo que no se puede desaprovechar. E incluso muchas veces piensas que te gustaría que tu parada estuviera un poco más lejos para poder disfrutar de la situación más tiempo. Esto fue lo que me ocurrió hace unas semanas cuando, volviendo de Córdoba, cogí el cercanías en Atocha para volver a mi casa.
Ojala fuera siempre así...

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola guapa. Me picaba la curiosidad y entre a ver tu blog. Esta bastante chulo la verdad.
Queria dejar constancia de que la situación vivida por ti en el cercanías nos habría gustado a muchos haberla tenido, asi no tener que aguantar a esa gente que se empeña en compartir con todo el vagón lo que van escuchando, o a los típicos que van armando jaleo y piensan que cuanto más alto hablan es mas importante lo q dicen.
Un besote, Ivan.
Narayani ha dicho que…
Ya, sobre todo cuando estás cansada o de mal humor... Ya te digo, lo de ese día no tuvo precio :-)
Antonio ha dicho que…
Hay días en que te cansas de estar con todos y otros en los que te cansas de ti mismo. Cuando estás hasta el moño del mundo eso es lo mejor que te puede pasar¡¡¡