Vuelta al cole...

... y vuelta a la lluvia, y es que el jueves pasado empecé mis clases de danza del vientre (de segundo nivel, ¡toma ya!) y como no podía ser de otra manera me diluvió en el camino de vuelta a casa.

Para los que habéis llegado hace poco al blog os comentaré que el año pasado los días de lluvia (digo, los días de clase) fueron los miércoles. Si queréis podéis leer el post de cómo empecé a bailar aquí antes de seguir con este post.

El caso es que llevaba tiempo sin llover y me pronosticaron lluvia para el jueves y no creais, que por casi me libro de mojarme. Por casi.

En clase me encontré con la misma profesora del año pasado y con dos compañeras a las que pensaba que no volvería a ver cuando acabé en junio. Sobre todo una de ellas me hizo mucha ilusión porque no llegó a terminar el curso y no me despedí de ella. Cuando empezamos la clase me hizo ilusión ver que recordaba la mayoría de pasos que aprendí el año pasado y también saber que no estaba demasiado perdida con respecto al resto de mis compañeras. De hecho se puede decir que todas vamos más o menos por el mismo camino. Me gusta el grupo que hay y espero que se mantenga así todo el curso porque el año pasado cada mes había gente que se daba de alta y gente que se daba de baja y al final la única que completó el curso fui yo.

Cuando salí de la escuela, muy contenta por la clase que acababa de dar todo sea dicho de paso, vi que el cielo estaba muy negro pero que aún respetaba, así que me dispuse a recorrer el camino entre ésta y mi casa lo más rápidamente posible para no tentar mucho a la suerte. Cuando atravesé el parque vi que el cielo entero se iluminaba y después escuché un sonido hueco. Anduve a paso rápido, pero a unos 300 metros de mi casa empecé a ver algunas gotas salpicando el suelo aquí y allá. Llegué al semáforo cuando caían nada más que cuatro gotas hasta que sin previo aviso comenzó a jarrear. Salí corriendo con el semáforo en rojo aún para resguardarme debajo de las terrazas; una vez allí recuperé aliento, me tapé la cabeza con el pañuelo que llevaba al cuello y volví a salir corriendo esta vez entre los coches del aparcamiento. Unos metros más allá me esperaba el portal de casa.

Acababa de inaugurar mi segundo curso de danza del vientre.

Comentarios

Carlos ha dicho que…
¡Las tradiciones son las tradiciones!
Ya te dije que la lluvia es bonita :P
Narayani ha dicho que…
Sí, sí, es bonita, pero depende mucho de dónde te pille :-)