Hoy es nuestro último día en Egipto y vamos a dedicarlo a las pirámides. Mara y Silvia han dejado una nota diciendo que irán más tarde así que cuando terminamos de desayunar nos vamos a por un taxi todos menos Potter que quiere disfrutar de la piscina del hotel y se queda durmiendo un rato más.
Vamos directamente a ver la Esfinge y ¡muy bien que hacemos! porque cuando llegamos no hay nadie. Nos hacemos las fotos que no nos hicimos el otro día y disfrutamos de unos minutos de tranquilidad. Cuando vamos a salir del recinto de la Esfinge nos encontramos con el futuro marido de Ana que se quiere hacer miles de fotos con ella. Está –el futuro marido, digo– con un grupo de amigos. Nos persiguen durante una parte del camino hasta que le dicen que se quieren hacer fotos con ella y damos el alto para que pueda fotografiarse con ellos hasta que su futuro marido le pide, después de hacerse varias fotos juntos, una foto dándole la mano y después entrelazando los dedos. Sandra y yo nos meamos de la risa mientras le decimos que se acaba de casar y que lo ha hecho sin invitar a nuestros padres y demás familia. A todo esto Javi está ejerciendo de maestro de ceremonias disparando todas las fotos que le pide el recién estrenado esposo de su novia, con cara de pocos amigos y diciendo: She is mine. She is mine. Surrealista todo, vaya.
Después nos acercamos a la primera de las pirámides y entramos a ver una tumba que hay dentro. Es una pirámide pequeñita, pero es exactamente lo mismo que la de Micerinos que vimos el otro día y por la que pagamos por entrar. A ésta entramos gratis. Después nos dirigimos a unas dunas desde donde se ve todo el recinto sin turistas, ni coches por medio. Es increíble cómo nos dejamos llevar en estos tipos de viajes donde te lo dan todo hecho y nos conformamos con lo que nos enseñan. El otro día con Aiman subimos en coche hasta el mirador, nos hicimos sitio casi a empujones para poder sacar un par de fotos medio decentes sin gente de fondo y después nos marchamos a la siguiente excursión. Hoy estamos solos y podemos hacer lo que queramos; y lo que queremos hacer es ir andando a través del desierto hasta alcanzar las dunas solitarias y silenciosas que son testigo mudo de lo que ocurre en una de las maravillas del mundo. Cuando llegamos nos encontramos con una vista que poca gente ha visto. El silencio me impresiona bastante, solo estamos nosotros y nuestras voces, y de vez en cuando una caravana de camellos con turistas. Prácticamente gastamos lo que nos queda de memoria en las cámaras haciendo cientos de fotos iguales y seguro que después no borraremos ninguna porque todas tendrán algo que la haga diferente a la anterior y a la posterior. Algo que la haga especial.
Volvemos andando a paso lento hundiendo los pies en la arena. Nos habríamos quedado más tiempo pero tenemos que llegar antes de las 12:00 al hotel para hacer el check out y aún tenemos que hacer la maleta. Salimos del recinto, por cierto que nadie nos ha pedido las entradas ni el carnet de estudiantes… ¡Menos mal!, y buscamos un taxi. Paramos uno que no quiere llevarnos porque somos cinco y sólo tiene cuatro plazas libres, pero otro que está cerca nos dice que sí. Además cuando le preguntamos cuánto nos costará ir al hotel nos dice que 10 LE. Nos quedan 15, que es el máximo que pensábamos pagar por el viaje, así que cuando llegamos al hotel le damos las 15 LE y se va más contento que unas pascuas. Seguro que ha pensado que no sabemos cómo va esto del regateo y que ha pillado a los turistas pardillos.
Hacemos el equipaje y bajamos a dejar la maleta en la consigna. Nos hemos puesto todos el bañador porque vamos a dedicar el resto del día a no hacer nada en el hotel y en la piscina. Me tumbo en la hierba al solecito y me dejo llevar a cualquier verano en el que sientes cómo el sol te calienta y te llena de algo que podría ser energía. Después de la paliza de estos días, no me viene nada mal. Me he bajado el libro pero no lo he abierto aún. Prefiero escuchar música con los ojos cerrados.
Esperamos todos juntos a que vengan a buscarnos para llevarnos al aeropuerto mientras terminamos de contarnos nuestro día. Mara sigue un poco pachucha y sólo tiene ganas de llegar a su casa. Por fin vienen a buscarnos en una mini furgoneta, muy nueva y completamente equipada. Nos da mucha pena ver cómo meten nuestras maletas dentro pero ya no hay nada que hacer. Ha llegado la hora de partir.
Ya es de noche, aunque son las 17:30. Montamos en la furgoneta y tomamos rumbo al aeropuerto. Hablamos a ratos y a ratos vamos callados. ¿Ya he dicho que nos da pena? Si miro hacia atrás veo a Mara y a Silvia y detrás todas nuestras maletas apiladas unas encima de otras. El trayecto es bastante más largo de lo que yo pensaba pero no me importa que se alargue un poco más para que el viaje no se acabe aún. De pronto suena una explosión en la parte trasera, en el interior de la furgoneta. Cuando miro hacia atrás veo cómo un humo espeso comienza a subir por encima de las maletas. Mara y Silvia se han lanzado hacia adelante y están por encima de mi asiento y el asiento de Ana. Las cuatro hemos empezado a gritar: "¡¡Humo!! ¡¡Humoooo!!" El coche va perdiendo velocidad mientras lo llevan hacia la derecha para poder salir a la carretera sin peligro. No dejamos de mirar hacia atrás y en un momento dado vemos entre el humo algo rojo que parecen llamas por lo que empezamos a gritar: "¡¡Fuego!! ¡¡Fuegooo!! ¡¡Pare!! ¡¡Pare!!!!" El humo ocupa toda la parte trasera y comienza a llegar a la parte delantera. Es muy incómodo y empezamos a toser. La furgoneta está parada y estamos saliendo todos más o menos en orden. Yo soy la última persona en salir a la calle y tengo la sensación de haberme intóxicado con el humo. El representante del viaje y el conductor abren el maletero y sacan el foco de todo el jaleo: un extintor que ha reventado y al que ya no le queda nada dentro. Lo que nos hemos tragado ha sido el polvo que se utiliza para pagar los incendios y lo que nos parecían llamas no era otra cosa que las luces rojas de freno mezcladas con el polvo. Cuando nos damos cuenta de lo que ha pasado nos entra la risa nerviosa a todos y por supuesto, respiramos tranquilos. Retomamos el viaje y llegamos al aeropuerto sin más incidentes.
Cuando facturo mi maleta me doy cuenta de que no he guardado mi kit de manicura en la maleta, pero para mi sorpresa no me lo hacen tirar en el control. Acaban de parar a una señora que llevaba varios perfumes y no tenía dinero suficiente para sobornar a los guardias (tal cual) Al final la dejan pasar, pero la pobre ha sudado la gota gorda para poder atravesar el control. A otros chicos les han quitado las pinzas para el carbón que viene con la cachimba, pero la cachimba, que es de cristal y se puede utilizar como arma si se rompe, se la dejan. No entiendo nada.
Comentarios
Siempre nos quedaran las fotos y los videos.
Muy buen crónica de toda la semana
Un beso,
Sandri
Respecto a la boda de nuestra hermana pequeña, pues sí, quizá estuviera poco preparada, pero de aquí a no mucho tiempo yo creo que puede hacerlo sin ningún problema :-p
Besos!!
me alegro que os lo pasarais bien en el bodorrio, yo tb me reí mucho. Javito diciendo "she is mine" y el niño pensando, "ya, pero se está casando conmigo!!!" jejej. De todas formas, sois unas cabronas, bien podríais haberos puesto en la foto conmigo... además, había dos "apuestos" chicos acompañandonos... ¿Serán los padrinos?. En fin... Fanita, muy sutil lo de la boda, pero no cuela!!
Besos
http://www.youtube.com/watch?v=LCiyFZ5EPwo
P.D. ...ke me enkantan los Gremlink;sss...y ademas hoy es el 50 cumpleaños de los Beatles y el 100 aniversario de la Real Sociedad Matematíka Española...;)...kisses...Namaste atractor ;)....(8)...