Soy incapaz de preguntarme qué sentiría si no tuviera trabajo para ganar dinero ni dinero para pagar mis deudas. Lo que sentiría al verme desahuciada o no poder dar de comer a mis hijos. Vale, son cosas muy hipotéticas, lo sé, pero si yo ahora mismo tuviera una familia, una hipoteca, un coche que mantener y terminar de pagar, y además no encontrara trabajo sé que podría confiar en la ayuda de mi familia. No me imagino lo que tiene que ser no tener a nadie que puedas y quiera ayudarte. Tener que meterte en un tren a pedir a la gente que va dentro unas monedas o un poco de comida para los que tienes en casa. ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? ¿Con qué cara os presentaríais en un vagón de metro o tren? ¿En qué momento empezarías a gritar a los cuatro vientos que estás sin blanca y que necesitas de la caridad de otras personas para sobrevivir? ¿Y con qué palabras? Muy duro, desde luego.
El otro día iba en el cercanías de camino a casa de Iker (ha dejado de ser la casa de mi hermana o de mi cuñado, ahora es la casa del niño) cuando entró una chica pidiendo que debía rondar los 40 años. Pero no pidió dinero directamente (aunque si se lo dabas no quitaba la mano); pedía algo de comida que poder llevar a su casa y ropa. Se ofrecía a coger el número de teléfono de quién fuera que tuviera ropa vieja en casa para poder ir a recogerla en otro momento. Lo que fuese de su talla y le hiciera falta se lo quedaría para ella y su familia; lo demás lo vendería para intentar sacar dinero sin necesidad de pedir. Para comer pidió incluso lo que nos hubiera podido sobrar de la comida. Me pareció tan triste llegar a algo así. Pero ¿qué iba a hacer si realmente no tiene qué comer?
No fue lo que pidió sino cómo lo pidió lo que nos hizo saltar el chip a muchos. Habló con una seguridad y una amabilidad fuera de lo común. No quería dar pena, no quería remover los sentimientos de las personas que estábamos allí dentro. Quería ayuda. Ser autosuficiente. Yo no llevaba mucho dinero encima, le di unas monedas sólo, pero cuando llegó a mi lado llevaba comida y latas de bebida en la mano. Y monedas en el puño casi cerrado para que no se le escaparan. Y no penséis que se hizo de oro, no, la mayoría eran monedas pequeñas.
Ha pasado casi una semana desde que la viera y aún me sigo preguntando qué haría yo en su lugar. De verdad que no soy capaz de ponerme en su piel.
Ahora me arrepiento de no haberle dado mi teléfono o haber cogido el suyo porque seguro (seguro, seguro) que en mi casa tengo ropa que no uso. Demasiada diría yo. Le habría sido de más utilidad a ella.
El otro día iba en el cercanías de camino a casa de Iker (ha dejado de ser la casa de mi hermana o de mi cuñado, ahora es la casa del niño) cuando entró una chica pidiendo que debía rondar los 40 años. Pero no pidió dinero directamente (aunque si se lo dabas no quitaba la mano); pedía algo de comida que poder llevar a su casa y ropa. Se ofrecía a coger el número de teléfono de quién fuera que tuviera ropa vieja en casa para poder ir a recogerla en otro momento. Lo que fuese de su talla y le hiciera falta se lo quedaría para ella y su familia; lo demás lo vendería para intentar sacar dinero sin necesidad de pedir. Para comer pidió incluso lo que nos hubiera podido sobrar de la comida. Me pareció tan triste llegar a algo así. Pero ¿qué iba a hacer si realmente no tiene qué comer?
No fue lo que pidió sino cómo lo pidió lo que nos hizo saltar el chip a muchos. Habló con una seguridad y una amabilidad fuera de lo común. No quería dar pena, no quería remover los sentimientos de las personas que estábamos allí dentro. Quería ayuda. Ser autosuficiente. Yo no llevaba mucho dinero encima, le di unas monedas sólo, pero cuando llegó a mi lado llevaba comida y latas de bebida en la mano. Y monedas en el puño casi cerrado para que no se le escaparan. Y no penséis que se hizo de oro, no, la mayoría eran monedas pequeñas.
Ha pasado casi una semana desde que la viera y aún me sigo preguntando qué haría yo en su lugar. De verdad que no soy capaz de ponerme en su piel.
Ahora me arrepiento de no haberle dado mi teléfono o haber cogido el suyo porque seguro (seguro, seguro) que en mi casa tengo ropa que no uso. Demasiada diría yo. Le habría sido de más utilidad a ella.
Comentarios
La verdad es que no se muy bien que haría en su lugar porque estar en ese sitio es realmente duro y saber como actuarías es casi impensable
Un beso cielo
Desgraciadamente también he visto lo que comenta "la emperatriz de Lavapiés". Pero de cualquier forma, no sé bien qué hacer en ninguno de los dos casos.
¡Un abrazo, y muchas gracias por esta reflexión!
Emperatriz, hay gente que no tiene muchas luces porque ponerte en la misma parada a pedir con la misma excusa (si la excusa es esa quiero decir) Eso me recuerda que la chica del otro día dijo que siempre pedía en la misma línea (la de alcalá) porque era en la que más la ayudaban y pedía perdón porque había gente que ya la había visto y oído varias veces...
Gijón, creo que es importante que se piense en estas cosas para no cometer el error de pensar que no existen.
Besos a las tres!!
Besos,
Sandri
Besillos!
Una gran entrada la que hiciste hoy. Muchos miran a otro lado.
Besos