Chile - Valle de Elqui - Día 1

13 de julio de 2013 - Pisco Elqui
 
Después de 9 horas de autobus nocturno llego a Pisco Elqui, un pequeño pueblo en medio del valle donde voy a pasar los próximos tres días relajándome, desconectando del mundo y conectando conmigo misma, sin embargo las cosas no pueden empezar peor, y es que viajar sola no es fácil. Es algo que siempre había querido hacer, pero parece que es más sencillo cuando todo sale bien; cuando sale mal, o no sale como lo habías planeado, puede hacer que te sientas muy sola.
 
Nada más llegar al pueblo busco el hostal, y después de llamar un par de veces a la campana sale Yayo para decirme que hasta las 9 no habrá nadie que me pueda atender en el hostal (sin duda le he despertado) El hostal no puedo verlo, pero está completamente rodeado de naturaleza. Es un lugar un tanto hippie. Dejo la mochila allí y me voy a buscar un sitio en el que poder desayunar. Llevo mi libro y me apetece mucho sentarme con él en algún café a tomar algo caliente con unas tostadas. Doy la vuelta al pueblo (¡dos veces!) y no encuentro nada abierto. No son las 9 de la mañana aun y me han dicho que hasta las 11 no abre nada. Me duele la cabeza, he dormido poco y a esta hora aun hace frío. De verdad las cosas no pueden ir peor. Me voy al parque que está en la plaza y me siento en un columpio a esperar...
 
 
 
Después de un rato subo hacia el hostal de nuevo y veo que hay una tienda abierta donde, tras un rato de conversación para besugos, tomo un capuccino y una empanada de pino (carne picada, cebolla, una aceituna negra y huevo duro) y que acompaño de un paracetamol para el dolor de cabeza.
 
Bajo a una oficina de turismo en la que me han recomendado que haga una ruta a caballo. Intento reservar una cabalgata de tres horas con un hombre del pueblo de al lado, pero me dicen que no me pueden confirmar y que mejor vuelva por la tarde.
 
Cuando llego al hostal me dicen que ya me puedo instalar así que guardo mis cosas en la habitación. Es una habitación para cuatro personas y soy la primera en llegar así que puedo elegir cama. En el patio conozco a una pareja que me da conversación (en inglés, ¡lo que me faltaba!) Él es australiano y ella es chilena. Les comento un poco la ruta que pienso hacer ese día y me preguntan si pueden venir conmigo. Por mí perfecto. Mi idea es ir andando a una destilería de pisco (aguardiente) que está a unos 4 ó 5 km, así que os podéis imaginar mi cara cuando les veo sacar el coche del garaje para ir. No me apetece mucho la idea porque yo quiero estar al aire libre, caminar, estar en contacto con la naturaleza... pero ya les he dicho que vamos a ir juntos...
 
La destilería está bien. Cuesta 1.000 pesos chilenos y te hacen un tour guiado donde te explican la historia de la destilería, el proceso de fermentación y todo lo relacionado con el pisco.
 
Después vamos a Horcón, un pueblo artesanal que se encuentra a otros 4 ó 5 km y que es bastante curioso. Es un sitio agradable, pero a mí me resulta un tanto caro (todos los lugares donde hay artesanía me parecen caros normalmente) Aprovechamos para comer allí, aunque no es una buena decisión. No comemos demasiado bien.
 
 
A la vuelta les pido que me dejen en la compañía de turismo para hablar lo de la cabalgata y ellos se vuelven al hostal. La gente de Turismo Migrantes, que así se llama el sitio, me dicen que no voy a poder hacer la cabalgata al día siguiente, pero que pase por la mañana por si el hombre puede hacerla el lunes. Vamos, que veo que me quedo sin la ruta a caballo.
 
Llego al hostal y pienso que el balance del día no ha sido muy bueno. La pareja que he conocido es simpática y muy agradable, pero he terminado haciendo planes que no tenía y que no me apetecían mucho. Estoy cansada porque anoche dormí poco, me ha costado casi media mañana ponerme en marcha, no he podido pasear porque he ido en coche de un lado a otro y no voy a poder hacer la ruta a caballo que yo quería que era lo que más me apetecía de ir al Valle de Elqui.
 
Pienso que no todo está perdido y decido salir a la montaña para ver la puesta de sol desde lo alto. Después me quedaré arriba para ver las estrellas, que todo el mundo me ha dicho que es lo más espectacular del valle. De camino me encuentro con Brittany, una chica de California que tembién está subiendo. Comenzamos a hablar y se nos termina haciendo de noche. Estar al aire libre me sienta bien y me doy cuenta de que el día no ha estado tan mal.
 
 
 
Cuando se hace de noche comenzamos a bajar, no sin antes quedarnos alucinadas con las estrellas que esta noche han decidido triplicarse o cuadruplicarse. Es una auténtica maravilla.
 
Brittany ha quedado con dos amigas suyas en la plaza y yo voy con ella. Sus amigas han conocido a unos chicos chilenos y ellos las han invitado a una fiesta. Cuando les conocemos resulta que son artesanos que van y vienen y que esta noche están en Pisco. La verdad es que son buena "onda" como dicen aquí y pasamos un rato agradable hablando con ellos. Hay gente muy interesante en este lugar.
 
 
Una vez en el hostal decido no bajar a la fiesta porque es bastante tarde y estoy muy cansada. De hecho solo baja una de las chicas americanas.
 
En mi habitación están las dos amigas de Brittany y Sebastien, un chico francés que acaba de llegar.
 
Para ser el primer día de mi primer viaje sola no ha estado mal... A ver mañana qué tal se da...
 
 

Comentarios

Margari ha dicho que…
No ha estado nada mal. Y me has dejado con ganas de ver esa noche estrellada! Ya la fotito que nos dejas es preciosa... Con las estrellas de fondo ya tiene que ser...
Besotes!!!